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Proyecto Final de Carrera. FAU UNLP.
Centro Cultural en Gonnet.
Año: 2016
MEMORIA
¿Puede la arquitectura, regida por lógicas de la naturaleza donde se implanta, recrear un ambiente híbrido entre campo|ciudad, creando un entorno equilibrado para el espíritu atormentado por el pensamiento tolstoiano?
Lograr un entorno arquitectónico donde el humano sienta que es parte vital y necesaria de su estructura física: él es quien se conecta con el espacio a través de su apropiación. Donde no existe división entre el organismo vivo y lo que éste puede crear (la arquitectura). Espacio, material y dinámica siguen la misma lógica. Se desprenden del funcionamiento biológico del ser vivo: nacimiento – desarrollo – reproducción – muerte o reducción
La motivación para pensar este trabajo deviene de un reiterado interés a través del tiempo por lo más básico e inicial de la concepción del espacio, la arquitectura y la ciudad: el problema de la naturaleza y la realidad alterada por el hombre. Naturaleza y artificio, puro y modificado, campo y ciudad, podrían ser algunos de los términos, ya conocidos, para manifestarlo. La pregunta ¿Hasta dónde algo es natural? Es tan amplia y permite infinitas reflexiones, quizás sin llegar nunca a una respuesta relativamente lógica, ni cercana a una realidad objetiva que nos permita determinar aquello como una premisa verdadera. Por esta razón, comenzaremos definiendo dos campos de acción distintos: el de los organismos vivos (aquellos capaces de engendrar vida por sus propios medios) y los no vivos (producto surgido a partir de los primeros).
Esta diferencia permite, a grandes rasgos y sin definir una línea divisoria exacta, marcar dos ambientes o entornos diferentes: aquellos en los cuales predomina la materia inanimada (la ciudad) y aquellos en los que predomina la materia animada (el campo, la montaña, el bosque, etc). No se trata ni más ni menos que de una diferencia de porcentaje, considerando aquellos espacios que contienen más masa originada como producto (artificial) y aquellos cuyo mayor cantidad de masa está determinada por procesos naturales evolutivos. En este punto, por supuesto que surgen situaciones que cuestionan dicha división, pero tengamos en cuenta que ésta no es más que un intento de construcción de una teoría, seguramente poco verdadera pero posible. ¿Qué pasa, por ejemplo, en un campo de rocas inhóspito, o en la luna, o en los polos, donde casi no hay materia animada (piedra, hielo, materiales minerales) pero ésta no es producto del hombre ni de un ser vivo? ¿Qué pasa en la ciudad, cuando lo que predomina son las personas por sobre la masa inanimada? Estos ejemplos destruyen los límites de los dos campos planteados, pero para el estudio del espacio en cuestión, no modifican la esencia.
La diferencia marcada nos lleva inmediatamente a relacionar esta dualidad con una muy famosa concepción poética y filosófica de fines del siglo XIX: el tolstoianismo. La gran división simbólica marcada por León Tolstoi y otros pensadores, escritores y filósofos del momento, entre el ambiente de la urbe (representado por el derroche, lo superfluo y la corrupción de la sociedad burguesa) y el campo (exponente de lo puro, lo verdadero y sublime). Entendiendo estas realidades creadas por la literatura como significativas de lo que genera en el alma del hombre la acumulación de los distintos tipos de masa en un espacio, es que podemos comenzar a pensar, desde el plano de la arquitectura y su influencia en la psiquis, un tipo de situación mediana que intente resolver esta situación de alma escindida entre dos realidades.
¿Puede la arquitectura, regida por lógicas de la naturaleza donde se implanta, recrear un ambiente híbrido entre campo|ciudad, creando un entorno equilibrado para el espíritu atormentado por el pensamiento tolstoiano?
¿Puede ser posible que la decadencia del espíritu burgués, producto de las relaciones de la urbe, se vea influido por el ambiente que lo rodea, absorbiendo las vibraciones de elementos inanimados, y rodeado de seres animados, como él, que se ven influidos por arquitecturas, objetos, olores, sonidos creados por ellos mismos? ¿Cómo podría ser eso diferente, sin llegar al extremo planteado por el tolstoianismo (la vida en el campo), logrando que la arquitectura se transforme en un producto lo más parecido a su creador posible, constituyendo ambos un todo indisoluble? ¿Podría ser esto un camino posible desde el punto de vista formal, espacial y material?
La apropiación por parte del hombre o de un ser vivo cualquiera de un determinado espacio para su habitar, lo transforma en un elemento arquitectónico que responde a las necesidades de aquél que lo está utilizando como tal. Por ello, ¿Podríamos decir que un hombre, cobijado en un hueco en las rocas de una montaña, está transformando aquel espacio en arquitectura? ¿Podríamos considerar arquitectura la distribución compleja de un hormiguero construido por miles de hormigas; o un panal de abejas, con su compleja estructura de hexágonos complementados, que responden a un ´orden social´ establecido por la especie? ¿Dónde está, en estos casos, el límite y los alcances del objeto arquitectónico?
El camino a seguir será entonces, en primer lugar, el conocimiento profundo del espacio donde se va a operar, el sitio. Se realizan estudios topográficos, de localización de masas a diferentes alturas, de porcentajes de material existente, y de bordes determinantes. Esto permite entender las condiciones materiales y espaciales del sitio.
´…Podríamos imaginar que tras milenios de expansión de lo artificial sobre lo natural, los elementos básicos de un territorio (su geología, su topografía, su botánica, su clima) son ahora un material preformativo, capaz de desarrollarse en sentido inverso y actuar tanto transformando los ecosistemas artificiales construidos históricamente (ciudades y redes), como creando nuevas naturalezas híbridas que emerjan según una lógica natural.
Entendemos la idea de natural más allá de un compendio de sistemas relacionados con las ciencias de la vida o de la geología. Utilizamos la idea de natural para referirnos a los principios básicos de las cosas o los lugares, en muchos casos relacionados a procesos biológicos o geológicos, y en otros casos a cuestiones relacionales, sociales o culturales, que siguen lógicas que encontramos en a naturaleza.´
V. Guallart en ´Geologics´