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| LA CASA DEL INSTANTE|

Propuesta Concurso Internacional  "A house for..."

Año: 2015

Autores: Justina González Landa, Florencia Pazos, Victoria Raimondi y Lucía Wainberg. 

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MEMORIA

¿Por qué pensar en el tiempo? ¿Por qué pensar en lo efímero, en lo momentáneo, en lo transitorio? ¿Cómo intentar entender una dimensión completamente invisible e inmaterial? ¿De dónde surge la necesidad puramente humana de descubrir el límite, de definir las cosas, de hilar cada vez más y más fino, a sabiendas de que es un camino sin retorno, un pasaje sin final? ¿Por qué nos esforzamos continuamente en plasmar, en traducir todo a algo material, palpable, perdurable, que pueda ser evaluado a partir de su existencia continua en el tiempo? ¿Por qué el acto de creación debe quedar congelado eternamente, invariable, en un objeto/obra terminado y estático, condenado a una existencia en apariencia uniforme durante un período de tiempo?  

 

INSTANTE

 

Instalar la incertidumbre como lógica proyectual, que intenta hacer explícita la existencia del instante, nos lleva a adoptar un pensamiento que escapa a nuestra acostumbrada visión de las cosas.

 

¿Puede la arquitectura abandonar su condición de materialidad a la que ha sido condenada desde el inicio de su existencia?

 

Con este ejercicio de pensamiento creemos que no sólo es posible, sino que debemos ser capaces de pensar en el espacio como un estado, que existe circunstancialmente y cambia completamente su fisonomía dependiendo del contexto y de los agentes que lo afecten. Pensamos un espacio cuya esencia imperturbable es el cambio efímero, y en el cual no existe una condición de preexistencia continua, ni de futuro posible, todo es incertidumbre porque la forma matriz, la constante, es desconocida. No llega a ser percibida por los sentidos humanos hasta el momento exacto en que es afectada por un agente externo. La arquitectura existe entonces, de forma colectiva, es decir, cuando se da la interacción de dos realidades (acción y reacción).

 

INTERSECCIÓN

 

Llegamos de esta manera a considerar que el espacio, en su existencia, necesita de dos tiempos para ser. Por un lado, el tiempo de la obra, es decir, el tiempo en el que es pura incertidumbre, que deja de existir para los sentidos humanos y se reserva su existencia para sí mismo; y por el otro, el tiempo del usuario, el de los agentes externos (la lluvia, el viento, la luz, el tacto). Es entonces, en la intersección de esos dos tiempos, cuando ambos toman contacto, que existe la arquitectura, que se perturban mutuamente y cambian su naturaleza para dar origen al espacio del INSTANTE.

¿De qué manera proyectar algo que tiene la capacidad de variar impredeciblemente? ¿Cómo olvidarnos de la forma e incluso, de la no forma? Pensando, tal vez, un sistema, una ley, una constante que, en lugar de ser material y sobre todo visual, permita una reacción ante una acción, que dependa de una cantidad tan infinita de variables, que siempre produzca un efecto distinto, y por lo tanto, una arquitectura variable e inesperada.

 

LÍMITE

 

Llegamos entonces a pensar en un espacio absolutamente variable, en el cual es imposible reconocer los límites materiales, porque no existen de manera continua en el tiempo: se hacen visibles sólo en situaciones de intersección, y varían su fisonomía dependiendo de la intensidad, la dirección, la presión, la temperatura, la constancia y muchas otras variables del elemento que esté realizando la acción. Es de esta manera como logran expresarse en el mundo material, como logran existir para los sentidos humanos: a través del color. ¿La forma es entonces efímera? No existe con características definidas ni permite al usuario conocer la morfología original, o tener una pre figuración virtual del espacio en el que habita. Las interacciones producen alteraciones en la estructura espacial que se evidencian cuando aparece el color. La forma es el instante, la acción el color.

El límite existe, para construir arquitectura de situación que responda a la necesidad innata del hombre de hacerse con una identidad flexible y versátil, que haga frente a las distintas mutaciones que el sujeto ha de enfrentar a lo largo de su vida. Habitar será entonces la necesidad humana de crear mundos acordes a su naturaleza, recurriendo al extrañamiento constante y a la versatilidad de formas, organizaciones espaciales, distribuciones, implantaciones, etc. Habitar el espacio del instante será posible, de esta manera, en cualquier rincón vacante del planeta, sin importar su dimensión, clima o topografía; pero ¿Habitar cómo? Visualizando un espacio que desprecie los materiales convencionales, que tienen inercia y prohíjan el quietismo, sino al contrario, promoviendo la experimentación de meta-materiales con identidad propia, abiertos a los cambios, en busca de la versatilidad acorde al desarrollo de la nueva arquitectura.

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